2 de febrero de 2010
Destellos radioactivos
Entró en aquella salita y cuando salió, solo unos segundos después, ya no era la misma. Se había llevado algunas patículas radioactivas que le hacían brillar en la oscuridad. Al principio, el efecto luciérnaga no dejaba de ser algo original, único y puede que hasta divertido. El problema venía cuando era imposible dormir por la noche. Notaba cómo las ojeras se le marcaban a fuego en la cara. Ojalá ahora fuera de verdad aquel interruptor imaginario del que siempre había presumido. Ojalá no tuviera que hundir la cara entre cojines para no deslumbrarse con sus propios destellos. Era la primera vez que se sentía capaz de hacer frente a su miedo a la oscuridad con tal de poder cerrar los ojos.
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7 comentarios:
Contra que te resfriegarias en la habitacioncita esa...??
Contra qué no, contra quién... El hombre radioactivo me pilló por sorpresa...
Maldito hombre radiactivo!!!
Parece ser que ver a una chica con un chaleco de plomo es algo irresistible para él...
¿Por qué haceis que las conspiraciones resulten tan sucias?
No, no... Te confundes. El problema está en los ojos del que mira.
Porque cuanto mas sucio, mas radioactivo!!!
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